Sin embargo reconstituir un tejido social, que por cualquier razón, ha sido destruído, sofocado o aislado con anterioridad no es una tarea igual de fácil, los líderes sociales o agentes organizativos chocan de frente con altos niveles de desconfianza por parte de los pobladores y dependiendo del lugar donde se desarrolle esto, puede ser una situación muy desagradable.

Las desventajas
Imagen y autoimagen del dirigente social
Sabemos que hoy en día contamos con un acompañamiento que significa en palabras concretas "llevar la municipalidad a los vecinos" y comprendemos que tenemos una herramienta de primera clase en lo que significa acceder a información, recursos financieros, y asesoría, eso lo hemos palpado definitivamente al tener en terreno el apoyo de nuestro municipio a través de sus Asistentes Sociales, sin embargo hay cosas que son vitales y en las cuales, aun cuando tengamos un fuerte apoyo de la administración municipal, encontramos una gran dificultad para avanzar, una de ellas es el miedo, miedo a enfrentar problemas, miedo a implementar, miedo a trabajar en equipo, miedo a todo lo que signifique asfixiarnos a través de tareas que no van en directo beneficio de nosotros, sino en beneficio de todos, pues los compromisos adquiridos, especialmente por parte de los equipos de trabajo significan -la mayor parte de las veces-, abandonar tareas familiares o domésticas que son también necesarias.
A qué apuntamos?, apuntamos a que la falta de "dirigencia social" no está supeditada exclusivamente a la falta de recursos, no en este caso en particular, porque los hay, sino a una promoción del "rol" del vecino dirigente social.
No hay imagen social, a nivel nacional, más desgastada, esclerótica, complicada y sin beneficios, que la de un dirigente vecinal, en este sentido sabemos que hay muchos dirigentes vecinales buenos, hay capacitación y formación, hay apoyo a dirigentes vecinales, pero no nos referimos a ello, nos referimos a los problemas de imagen y autoimagen que convierten el rol del dirigente social en un rol poco deseado por quienes realmente tienen mucho que aportar a la construcción y reconstrucción de tejidos sociales.
El miedo a sí mismo y a los demás
A la hora de escoger directivas en los grupos sociales, toda la asamblea tiembla, como cuando en el liceo el profesor debía escoger a alguien para interrogarlo en el pizarrón delante de los compañeros, los que pueden le hacen el quite, nadie desea asumir responsabilidades, no precisamente por falta de voluntad o capacidad, sino por algo terrible que sólo ellos saben qué es; dudamos en todo caso, de que se trate de la cantidad de responsabilidades, pues una organización social bien constituída en base a equipos de trabajo no tiene problemas de sobrecarga de responsabilidades, todo se hace por teléfono, correo electrónico y es raro tener que llegar al municipio a hacer algo muy engorroso, pues primero se afinan los contactos antes de llegar a perder el tiempo y esto se hace a través de comunicaciones y contactos, las que precisamente hoy abundan.
Continuará (JCPI)
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